Hablemos de Ansiedad

En el origen y mantenimiento de los trastornos de ansiedad influyen varios factores. Sintéticamente, podemos reunirlos en tres grandes grupos: los factores predisposicionales, relativos a la vulnerabilidad, especialmente la de tipo biológico, del individuo para padecer un trastorno; los factores activadores, vinculados a percepción de peligro o amenaza y capaces de activar el trastorno; y los factores de mantenimiento, que contribuyen a sostener el trastorno una vez aparecido.

La ansiedad no se reduce a ninguno de estos factores aisladamente, sino a una determinada relación entre ellos, sin que necesariamente en todos los trastornos, o personas que los padecen, tengan que concurrir todos y cada uno de ellos, en la misma medida.

Para quien la padece, más allá de si la ansiedad se cura o se mejora, se activa o desactiva, se controla, es crónica, episódica o coyuntural, las cuestiones básicas, tangibles y nada especulativas son dos: por un lado, si la ansiedad genera problemas importantes de salud y, por otro, si resulta incapacitante, de modo significativo, respecto de los proyectos de la persona o el mantenimiento de su estatus quo social, laboral, de salud, etc.

A la pregunta de si la ansiedad va a producir problemas importantes de salud e incapacitación para siempre, la respuesta es no, en la mayoría de los casos, si esta se trata adecuadamente.

La Ansiedad no se cura con pastillas:

Esto es algo que sabemos los psicólogos desde siempre y que sin embargo decimos muy pocas veces, al menos no tantas veces como tendríamos que haberlo dicho para que se nos tome en consideración.

Lo que parece empezar a cambiar en este asunto, y creo que es buena idea aprovechar ese impulso, es que también los psiquiatras comienzan a percatarse de esta realidad.

Emplear ansiolíticos en el tratamiento de la ansiedad es un error que comenten con cierta frecuencia los médicos de Atención Primaria”, y va más allá diciendo “Este medicamento no debe administrarse de forma continuada, ya que su indicación es para las crisis de angustia”.

En febrero de 2012, la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) publicó en su revista número 100 un revelador informe titulado “Menos fármacos y más psicoterapia”, que apareció en prensa con titulares como éste: “Tras realizar un amplio estudio sobre salud mental, la OCU pide que la psicoterapia sea el tratamiento prioritario para los pacientes diagnosticados con ansiedad y depresión menor, reservando la medicación solo para los casos en que ha demostrado su utilidad”.

En este informe se recogen opiniones de pacientes, médicos de atención primaria y especialistas, y todos ellos llegan a la misma conclusión: los antidepresivos y tranquilizantes se prescriben en demasiados ocasiones, a pesar de que el tratamiento de elección para la ansiedad y la depresión debe ser la psicoterapia.

Por su parte, el Consejo General de Psicología de España, publicó también en febrero de 2012 el artículo “La tendencia a recetar fármacos para la ansiedad y la depresión cuestiona gravemente la calidad asistencial que se presta en nuestro Sistema Sanitario” en el que se recogen algunas evidencias científicas al respecto de los tratamientos considerados eficaces para la ansiedad y la depresión, con afirmaciones como la siguiente:

“La tendencia a recetar fármacos de manera abusiva cuestiona gravemente la calidad asistencial que se ofrece a los ciudadanos, así como los intereses de la industria farmacéutica en perpetuar estos modelos de actuación en salud mental”.

Fuente de la información: Psicopedia.org

Conclusión: Si crees que padeces ansiedad valora muy bien tus opciones. Usar ansiolíticos reduce de manera inmediata la sintomatología. Pero puede ser un problema a largo plazo si no te pones en manos de un profesional especializado en conducta humana (un psicólogo).

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