Entiendo que las personas que jamás han recurrido a los servicios individuales de psicología tengan una idea vaga de qué se hace allí. Y es que el trabajo del psicólogo y la visión general que se tiene de él, ha quedado marcada por la cultura cinematográfica. Lejos del estereotipo creado, de un señor que se sienta contigo a analizar la psique a través de los mensajes verbales y corporales, nuestros campos de trabajo van mucho más allá; tanto como a todos aquellos donde la conducta humana es el objeto de estudio o intervención. No solo actuamos como psicoterapeutas, sino también en ámbitos tan diversos como la justicia, el tráfico, la construcción de edificios públicos y su distribución espacial, las relaciones laborales, los planes de contingencias en emergencias, el trabajo policial… La terapia o intervención psicológica sobre contingencias desadaptativas a nivel cognitivo o conductual es solo una pequeña parte de todo nuestro haber profesional. Pero incluso en esta faceta, existe un gran desconocimiento sobre los métodos de trabajo.
Un psicólogo no habla contigo, sin más. No mantiene una conversación libre y sin objeto concreto. El psicólogo no es tu colega de bar, ni tu familiar cercano. Lo que está haciendo es iniciar el complejo proceso del análisis funcional de la conducta, basado en el conocimiento preciso de las variables que afectan a nuestras funciones cognitivas superiores y al comportamiento consecuente, ya sean de carácter biológico o ambiental, sistémico o individual… Siempre deben usarse métodos validados científicamente. Si se trata de experimentar alternativas terapéuticas o de intervención que no gozan del respaldo suficiente por la comunidad científica, hay que advertirlo de antemano.
Pero vayamos a cosas más sencillas. Supongo que lo que el lector espera es una descripción breve de que esperar cuando uno se sienta en la consulta de su psicólogo. Pues bien, allá va:
Los psicólogos no vamos por ahí dando consejos, tampoco juzgamos el comportamiento ni el pensamiento de nadie. Lo primero es definir si realmente la conducta o la función cognitiva supone un problema desadaptativo o genera malestar en el individuo. Además, no es nuestra misión decir lo que es y lo que no es malestar. Es el propio individuo quién tiene que decidir con qué se siente cómodo y con qué no, que le hace feliz y qué no. Una vez tenemos la conducta problema despejada, se interviene sobre ella, y se hace ayudando al cliente, si se trata de intervención psicosocial o psicoeducativa, o al paciente, si se trata de intervención clínica, iniciando un proceso para el autodesarrollo, a que sea él quién encuentre el modo más eficaz de autotransformarse. Si fuera de otra manera, si el individuo tuviera finalmente la sensación de que es el psicólogo el único que tiene que ver en su propia recuperación, estaríamos generando una relación de dependencia hacia el profesional. Y no queremos que eso ocurra. El psicólogo de éxito, debería lograr no solo que su cliente o paciente se recupere, sino que además tenga la sensación de que lo ha hecho por sí mismo, sin ninguna ayuda especialmente significativa. El cliente o paciente debe ver en el psicólogo a un acompañante, alguien que le mostró alternativas, sin más. Esto le generará una sensación de libertad y empoderamiento enriquecedor, aunque suponga la minusvaloración de la intervención profesional.
Por otro lado tenemos la durabilidad de la intervención psicológica con finalidad terapéutica. Seamos claros, las intervenciones de este tipo duran más de un mes, e incluso de dos. No existen soluciones breves a problemas complejos enraizados a través de años de aprendizaje. Aunque la duración depende de la gravedad del problema, basándonos en estudios al respecto podemos afirmar que la eficacia o no de la intervención podrá observarse de manera explícita a partir del sexto mes.
Cuando uno busca ayuda de un profesional de la psicología debe tener muy presente que sin una actitud sincera no será posible avance alguno. El psicólogo, como antes he dicho, no está ahí para juzgarte. Sus análisis son exclusivamente científicos, centrando el objetivo de su trabajo en la remisión del malestar del cliente o paciente. Si le ocultamos qué está pasando en nuestras vidas por vergüenza o miedo, estaremos tirando el dinero con cada consulta a la que asistimos. A pesar de que el psicólogo reconoce que hace falta tiempo para adquirir la confianza suficiente como para llegar a una relación sólida entre profesional y cliente, es necesario acelerar en la medida de lo posible este proceso.
Para terminar, es indispensable que el cliente no trate de basar su mejoría en la imposición de culpas a terceros. Un psicólogo te advertirá de la necesidad de asumir tus propias responsabilidades, no solo en lo que respecta al trascurso de tu vida pasada, sino también en cómo desarrollarte en adelante.
Aunque existen ocasiones en las que el cliente llega a consulta no por decisión propia, sino por imposición, esto no excluye la urgencia de adoptar una actitud de autoresponsabilidad con el futuro.
Si tienes más dudas al respecto sobre cómo funciona una consulta de psicología o si quieres reservar una cita, puedes ponerte en contacto en el 633 322 559.
Mario López Sánchez
Psicólogo
Don Benito