Miedo al Miedo

La ansiedad es una reacción normal de nuestro organismo ante una situación que entendemos como peligrosa. El análisis sobre el potencial peligro puede llevarse a cabo de forma consciente o inconsciente. De la misma forma, también pueden crearse relaciones condicionadas entre eventos que nos lleven a confundir lo que realmente es peligroso de lo que no. El sistema se pone en alerta, generando una serie de síntomas observables a nivel fisiológico: Taquicardia, palpitaciones, mareos, sensación de vértigo, vómitos, hormigueo en la piel, visión borrosa, palidez, dolor abdominal…un largo etcétera muy desagradable, con la capacidad de aturdir a aquel que lo padece, sobre todo cuando es incapaz de identificar el estímulo que lo está generando. Precisamente ahí radica el establecimiento de los cuadros cronificados de ansiedad. Si nos enfrentamos a un peligro evidente _por ejemplo, un perro que nos persigue_ entenderemos nuestras reacciones fisiológicas que acompañan a la acción de huida. No nos extrañará sentir taquicardia, ni que el sudor nos caiga a borbotones. Todo lo que está ocurriendo en nuestro organismo nos parecerá normal. Formará parte de una simple relación causa-efecto. Pero ¿qué pasa cuando no somos capaces de identificar correctamente el estímulo que nos genera ansiedad? Esta situación es más común de lo que creen. En nuestro mundo complejo, el peligro ya no proviene solo del mundo natural, sino que está presente en forma de amenaza económica, inseguridades en las relaciones de pareja, fobias sociales, saturación informativa… A veces, nuestro organismo responde a una situación de estrés generada por estímulos aversivos de índole cognitivo como si se tratase de un potencial peligro a nuestra vida. ¿Qué ocurre entonces? El mecanismo de huida o de ataque se pone en marcha igual que si te persiguiera un león. Todo nuestro organismo se prepara para la acción. Pero claro, no reconocemos de manera visual el peligro al que nos enfrentamos, sobre todo porque no está delante de nuestros ojos, sino escondido en nuestra mente, en la interpretación del mundo en el que habitamos. Si no entendemos nuestra reacción fisiológica, acabaremos por creer que el peligro es la propia reacción ansiosa; es lo que se llama miedo al miedo. Entonces se iniciara un círculo vicioso, que convertirá la ansiedad en la principal causa de la ansiedad. Tengo ansiedad porque noto síntomas ansiosos. ¿Les suena de algo?

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