Educados en la Masculinidad

Los roles de género tienen una naturaleza eminentemente cultural. La biología apenas explica una parte de nuestra conducta social, mediada por variables que escapan a la originaria configuración genética.

En la mayoría de las sociedades del mundo, la idea de masculinidad y su rol asociado, se ha relacionado con conceptos tales como la competitividad, el dominio, la anti-feminidad (considerada esta como señal de debilidad emocional y física), búsqueda del riesgo, evitación de las muestras de marcada afectividad o de vulnerabilidad… En definitiva, el establecimiento de esta figura cultural de lo que debe ser un hombre con respecto a una mujer no está solo afectado negativamente al desarrollo del género femenino _expresada en las desigualdades en todos y cada uno de los ámbitos sociales, como el trabajo, la familia, etc_ sino también en el correcto y saludable desarrollo de los varones, incapacitados para expresarse en libertad, bajo el riesgo de rechazo social ante una conducta fuera de norma. Se podría decir que el hombre, el varón, está siendo víctima de su propia mediocridad.

El género masculino ha restringido su desarrollo psicológico, que se materializa en un aumento del conflicto de género, en peores estrategias de afrontamiento ante situaciones complejas de índole afectivo, un deterioro consecuente de la salud física y mental, ya que se favorece el ocultamiento de las emociones e inhibe la actitud de búsqueda de ayuda cuando esta es necesaria para el encaje psicosocial.

En recientes estudios, donde se han establecido pautas educativas que eliminan los conceptos tradicionales de masculinidad, se ha comprobado que los adolescentes expuestos a este ambiente mostraron menos reacciones de ira incluso que las chicas de su misma edad. Los hombres que no se encuentran sometidos a la ideología de masculinidad tradicional disfrutan de sus hijos tanto como las mujeres. El desarrollo afectivo y emocional es idéntico en hombres y mujeres cuando se suprimen los roles culturales. Es por ello que la sociedad debe empezar a plantearse muy en serio como quiere educar a sus hijos, teniendo a partir de ahora la certeza científica que la ideología de masculinidad no solo daña el desarrollo de las mujeres, sino también al de los propios varones.

Los hombres no son fríos, ni distantes, ni pobres a nivel emocional. En realidad son tan sensibles afectivamente como las mujeres, siempre y cuando se supriman los estereotipos y las normas implícitas en nuestra cultura de género.

Mario López Sánchez

Fuente de información: COP (Colegio Oficial de Psicólogos)

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