Divergencia contenida

Artículo escrito por Mario López Sánchez (Psicólogo)

La psicología, antes que actividad clínica, es un ejercicio de investigación, valoración e intervención sobre la cognición y conducta humana. Los humanos establecemos nuestra manera de sentir e interactuar con el mundo que nos rodea a través de múltiples variables intervinientes. Y el hecho de que algunas formas de interacción y compresión del mundo puedan discrepar de otras _a veces mayoritarias_ no debe ser excusa  para colocarlas automáticamente en la esfera de lo patológico.

En cada etapa histórica, con cada Sistema Social establecido, se ha puesto en práctica el control conductual del individuo a través de etiquetas que, antes de la introducción de la psicología en los servicio de salud, se estructuraban de una manera muy distinta a los famosos Manuales Diagnósticos, como el DSM o el CIE. Las brujas, las mujeres histéricas, los herejes, los invertidos… Toda esta forma de definición obedecía a un impulso de las élites para ejercer un control sobre la actividad cognitiva y conductual del individuo en todo su espectro, ya fuera en el intelectual, el familiar o el sexual, entre otros muchos.

A día de hoy las etiquetas han cambiado. Ahora todo es mucho más científico, se requiere un mayor contraste de datos y existen niveles superiores de objetividad.  Aún así, y en no pocos casos,  la conducta no normativa se define como trastornada y/o enferma, ya sea con la adjetivación ansiosa, depresiva, compulsiva, narcisista, neurótica, etc.

Si bien hemos avanzado mucho, estableciendo métodos eficaces de actuación sobre verdaderas patologías de carácter genético y traumático que ese expresan en el plano cognitivo y conductual, corremos el riesgo de pasarnos de vueltas, de hacer un uso demasiado amplio de las etiquetas diagnósticas, como sospecho se viene haciendo en la clínica.

Así pues, el control social puede ejercerse también considerando al individuo no normativo como enfermo o trastornado. ¿El método es tan distinto a lo que ya se hizo en otros momentos históricos? Obviamente se han implementado formas más analgésicas de tratar al que no se comporta como debiere.  Ahora somos más sutiles. Pero si los psicólogos olvidamos la historia que ha conformado nuestra actividad científica, corremos el riesgo de ser utilizados como herramientas de control social para inhibir las conductas individuales o grupales que supongan un riesgo para la continuación del Sistema. Qué más da como llames a la persona, ya sea hereje o neurótica, histérica que ansiosa, cuando en último término se pretende verter toda responsabilidad sobre el malestar hacia el individuo eludiendo el peso del entorno.

Es frecuente ver a personas aplastadas por las circunstancias, a las que desde los servicios hospitalarios se les recomiendan ejercicios de meditación, o de relajación, evitando la maldita realidad que los envuelve, que no es otra que un jefe maltratador, una familia insoportable o un entorno social alienante de descerebrados consumistas incapaces de reflexionar sobre la naturaleza humana. Pero claro, a veces hay cosas que se prefieren no mencionar, no vaya a ser que el sujeto se convierta en un maldito divergente.

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