Psicología adolescente

La intervención sobre adolescentes no puede equipararse a la intervención sobre un adulto. Los centros de control de los impulsos funcionan de manera distinta en las personas comprendidas en esta franja de edad, así como sus objetivos vitales y las necesidades tanto personales como sociales. Para poder crear una relación terapéutica efectiva hay que introducirse en su mundo. No es posible interactuar con alguien que se aleja de tus perspectivas, o que las convierte en un objeto de conflicto.

Los cambios que el adolescente experimentan a nivel físico, psicológico y emocional ocurren de forma abrupta. Todo le coge por sorpresa, y no siempre pueden procesar estos acontecimientos de forma favorable.

Las psicólogas y psicólogos enseñamos estrategias para que los adolescentes logren comprender y aceptar esta etapa.

También es vital señalar la necesidad de que la unidad familiar colabore en proceso de psicoterapia. De ello depende una mejor o peor progresión, independientemente del problema a tratar.

Ojo: que la familia colabore no quiere decir que las sesiones dejen de ser estrictamente privadas. El adolescente tiene derecho a su absoluta intimidad, y el psicólogo debe velar porque así sea. El contenido de las sesiones siempre será confidencial, exceptuando supuestos en los que la vida de un individuo pueda estar en peligro. Todo lo demás jamás debe ser desvelado sin el consentimiento del cliente.

La colaboración se basa en la asistencia a determinadas consultas que solicite el terapeuta y al cumplimiento de instrucciones concretas por parte de progenitores, tutores o hermanos/as.