Obesidad mórbida infantil (Una forma de maltrato)

La sociedad cada vez está más sensibilizada con el cuidado de la salud mental (al menos aparentemente). Todo el mundo entiende las problemáticas que puede generar las presiones sociales relacionadas con la imagen corporal, como por ejemplo aquellas que se traducen en anorexia nerviosa o bulimia. Son problemas muy graves y demasiado habituales en la adolescencia, e incluso en edades más tempranas. Es evidente que las redes sociales y la difusión de una imagen poco realista sobre las características de un ser humano alimentan esta deformación del yo. Así pues, la respuesta automática de la sociedad ha sido la de «romantizar» el sobrepeso. Y me explico: ahora tenemos mucho cuidado con que una persona se sienta señalada por estar algo más rellenita que el resto. Preferimos que se luzca el michelín con orgullo y que todo el mundo aprecie la belleza de su individualidad. Hasta ahí todo normal, solo que hemos olvidado que en temas de sobrepeso también hay límites. No solo es peligro estar demasiado delgado, sino también lo es estar demasiado gordo. Cualquiera entendería que privar a tu hijo de alimentos es una forma de maltrato ¿pero que me dicen del fenómeno contrario, o sea, de cebar a nuestros hijos sin el más mínimo control?

En las patios de recreo de niños de primaria empieza a observarse no solo chicos y chicas entrados en carne, sino con una peligrosísima tendencia a la obesidad mórbida. Este modelo de alimentación excesiva, por mucho que le pese a sus padres, puede definirse como maltrato infantil por varias razones fundamentales. Como psicólogo, mi objetivo es explicar estas razones de manera lógica y comprensible para que la sociedad pueda entender la gravedad de esta problemática.

1. Impacto en la salud física y emocional: El principal argumento reside en el impacto que la obesidad mórbida tiene en la salud física y emocional de un niño. La obesidad está vinculada a una serie de problemas de salud, como diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, hipertensión, problemas respiratorios, entre otros. Esto no solo acorta la esperanza de vida del niño, sino que también compromete su calidad de vida al limitar su capacidad para disfrutar de actividades cotidianas.

2. Falta de cuidado y atención: Alimentar en exceso a un niño hasta la obesidad mórbida suele ser un reflejo de la falta de atención y cuidado por parte de los padres o cuidadores. Esta negligencia puede deberse a factores emocionales, como el estrés, la depresión o la falta de educación sobre una alimentación saludable. La falta de atención a las necesidades básicas de un niño es una forma de maltrato emocional.

3. Impacto en la autoestima y la salud mental: La obesidad infantil puede tener un impacto significativo en la autoestima y la salud mental del niño. Los niños con sobrepeso a menudo enfrentan el estigma social, el acoso y la discriminación, lo que puede llevar a problemas de autoimagen y aislamiento social. Estos factores pueden tener un efecto duradero en la salud mental y el bienestar psicológico del niño, lo que constituye un tipo de maltrato emocional.

4. Ausencia de límites y responsabilidad: Al permitir que un niño desarrolle una obesidad mórbida debido a una alimentación excesiva, se está fomentando la ausencia de límites y responsabilidad. Los niños necesitan aprender a tomar decisiones saludables en cuanto a su alimentación y estilo de vida. Al no enseñarles esto, se les está privando de habilidades vitales para su desarrollo y bienestar a largo plazo.

5. Impacto en la dinámica familiar: El exceso de peso y la obesidad pueden afectar la dinámica familiar. Las tensiones relacionadas con la salud y el bienestar del niño pueden dar lugar a conflictos familiares, lo que a su vez puede afectar negativamente las relaciones familiares y la estabilidad emocional del niño.

En resumen, alimentar en exceso a un hijo hasta convertirlo en una persona con obesidad mórbida se considera maltrato infantil debido a los graves impactos en la salud física y emocional, la falta de atención y cuidado, el perjuicio a la autoestima y la salud mental, la ausencia de límites y responsabilidad, y la disrupción en la dinámica familiar. Es fundamental que la sociedad comprenda la importancia de abordar esta cuestión desde una perspectiva de salud pública y bienestar infantil.


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