No te dejes engañar. No es lo mismo un servicio de Coaching personal impartido por un Graduado en Psicología que un Coach a secas. Existe un ejército de personas que no se ha instruido más allá de un cursillo de formación para el empleo de 3 meses y pretenden intervenir sobre la conducta y las emociones humanas que conllevan _sin necesidad de referirnos al ámbito clínico_ un malestar significativo en el día a día.
No es mi intención menospreciar la labor de nadie, si bien los servicios Coaching que hoy en día están tan de moda, y que suelen difundirse a través de personal no cualificado, sin la más mínima adquisición de habilidades relacionadas con el comportamiento humano, contribuyen a menospreciar una ciencia tan compleja como la Psicología y que se ha ganado su puesto con un enorme trabajo de investigación y aplicación del conocimiento.
Un Psicólogo puede ser un Coach (de hecho yo ofrezco este servicio), pero un Coach, a veces, no es Psicólogo. Y ahí es donde empiezan los problemas. Un graduado en Psicología podrá intervenir sobre su conducta y sus necesidades emocionales desde una perspectiva científica que, ante todo, vela por la seguridad y bien estar del individuo. Manejará un número de variables que escapa a los profanos en la materia, pero que necesariamente deben atenderse para no generar más mal que bien. No le mentirá sobre sus habilidades, tampoco le generará falsas expectativas ni ocultará las limitaciones que puedan entorpecer su desarrollo personal. La misión de un Psicólogo especializado en Coaching Personal es proporcionarle herramientas para su bienestar a largo plazo. Observe de nuevo esta puntualización; “a largo plazo”. Un Psicólogo le hará crecer. Pero el Coach de cursillo, el charlatán, ese solo quiere venderle un producto, que normalmente está relacionado con empresas de trabajo temporal, con programas estatales de emprendimiento o simplemente como una forma irresponsable de ganarse la vida alentando realidades individuales desde una perspectiva generalista, como si todos y todas hubiéramos atravesado las mismas experiencias vitales, configurados como máquinas programables y un patrón idéntico de comportamiento.
El Coach sin formación en Psicología, por norma, es un cantamañanas que pretende convencer al individuo de que “querer es poder”. Y eso no es más que una terrible falacia con consecuencias catastróficas para algunas personas que, incapaces de seguir el ritmo vital que le impone el “terapeuta”, terminan por desmembrar su autoestima, trocito a trocito.
La complejidad conductual del ser humano está mediada por infinitud de determinantes, como el ambiente, el contexto, la genética, la fisiología, las circunstancias puntuales a nivel social, clínico o laboral…un largo etc que configura el entramado bosque sobre el que todos los días debemos caminar sin darnos un tortazo. Un Coach sin formación en Ciencias del Comportamiento pretende saltarse la influencia de la red sistémica para darnos un discurso hiperpositivo. Básicamente te quiere convencer de que si no logras tus objetivos es porque no te esfuerzas suficiente. ¿De verdad? Piensen un poco. Este lenguaje de corte neoliberal encamina a las personas al autoesclavismo en el mejor de los casos, y a la desintegración de su individualidad emocional en el peor. El Coach sin formación no quiere débiles, quiere ganadores, y responsabiliza íntegramente al individuo de sus fracasos, de sus condiciones familiares y laborales, y poco le falta para responsabilizarte de tu propia salud (díganselo a alguien con una mutación genética que le hace vulnerable a los tumores de Colon, por ejemplo). Démosles tiempo y veremos hasta donde llega el discurso.
Mario López Sánchez
Psicólogo y Coaching